miércoles, 15 de abril de 2009

DESCENTRALIZACIÓN DE LAS POLÍTICAS SOCIALES Y COHESIÓN SOCIAL

Adriana Clemente (Buenos Aires, 2001) desarrolla dicho tópico sobre la base de cuatro aristas: globalización y pobreza; impacto de las reformas descentralizadoras en las políticas sociales; modelo de gestión descentralizado; consideraciones sobre el balance descentralizador y el rol de los gobiernos municipales en relación a la crisis global. A continuación haré algunas reflexiones sobre tales enunciados.

La globalización y pobreza han sido conceptos concomitantes en los últimos años. Mientras más se han pregonado las virtudes de la globalización y la liberación de los mercados, estos componentes más han aumentado la brecha entre ricos y pobres, y las asimetrías son aún hoy más complejas (no se enfocan sólo en cuanto al poder adquisitivo de los habitantes sino que inciden también en la brecha de conocimiento, tecnología e información). Competencia extrema e interdependencia –dice Ernesto López- le dan inestabilidad permanente al sistema. En este mundo post moderno se transmiten con rapidez valores y desvalores; se pierde cada día la autoridad del Estado nacional. Las empresas trasnacionales se han convertido en macro gobiernos y sus líderes son atendidos como Jefes de Estado (p.ej. la venida de Carlos Slim a Guatemala, mereció la atención protocolaria que se da a aquéllos).

La globalización ha alimentado la desterritorialización en sus esferas cultural, económica y social, paradójicamente, ha acentuado la territorialización o segmentación de la pobreza. Las dicotomías urbano – rural y centro - periferia siguen coexistiendo.

Las reformas descentralizadoras de las políticas sociales han sido un mecanismo alterno para paliar los efectos de las crisis económicas suscitadas a fines del siglo pasado e inicios del presente en México, Brasil y Argentina. Los programas en materia de educación (Argentina) y gasto público social (Brasil) han sido exitosos cuando se les da tratamiento y apoyo desde los gobiernos sub nacionales. En Guatemala, la reforma descentralizadora se ha quedado en “buenas leyes” y “bonitos principios”, pero en la realidad se ha avanzado poco y en otros casos se ha retrocedido; impera nuevamente la visión centralista de atender los problemas sociales.

El tema de la descentralización fiscal no ha sido profundizado en los países latinoamericanos, pero en aquéllos donde se ha implementado han logrado potenciar territorios con ventajas comparativas, cuyos beneficios en otrora quedaban en manos del poder central.

Adriana Clemente indica que los modelos de gestión descentralizada han contribuido a paliar la crisis producida por los fenómenos económicos globales, pues son los gobiernos sub-nacionales los que asumen una tarea oportuna desarrollando sus propias capacidades, logrando así el equilibrio del gobierno central. Esto no se puede decir en Guatemala, en donde existe todavía una lejanía entre gobierno central y poder local, en donde las preocupaciones de ambos estriban en la interrogante ¿Con qué programas captan más votos por parte de los destinatarios?

Cohesión Social resulta ser el desafío latinoamericano. Sus componentes son positivos: transferencias condicionadas, “mallas de seguridad”, “gestión de emergencia”, “políticas de alivio a la pobreza”, pero deben promoverse a mediano y largo plazo, con transparencia, eficacia y sostenibilidad, con metas relacionadas a la formación de capital humano, productivo y social, a fin de constituirse en políticas de Estado y no en simples programas gubernamentales, vulnerables ante las presiones de los poderes fácticos.