viernes, 18 de septiembre de 2009

ENFOQUE MARXISTA SOBRE EL DESARROLLO (III PARTE)

6.- Marxismo y Neo-Marxismo. 6.1. El movimiento neomarxista. 6.2. Paul Baran y el surgimiento del neomarxismo. 6.3. Diferencias entre marxismo y neomarxismo. 7.- Reflexiones Finales. 8.- Bibliografía.

6. Marxismo y Neo-Marxismo


Como se ha visto, el marxismo se presenta como una interpretación completa de la vida humana, y no sólo de la vida humana sino también de la naturaleza. Ofrece una versión histórica del hombre, basando su enseñanza en la premisa de que una explicación completa y final de las cosas es imposible, mediante la utilización de la lógica dialéctica, salvo como relato de transitoriedad o del infinito fluir de las cosas. La descripción definitiva del presente, Marx la representa en su análisis crítico sobre el capitalismo. La versión del pasado y del futuro, o de la evolución social, se encuentra en el materialismo histórico y la relación de la historia con un cierto concepto metafísico .

En sí, la filosofía política de Marx consiste en su enseñanza sobre economía y sobre historia y metafísica: sobre la sociedad actual y sobre el devenir y desaparecer de todas las sociedades, incluso la actual.

En el Siglo XX surgió una corriente que retoma los ensayos de Marx bajo premisas antropológicas y humanistas contrariamente a los análisis propios de la economía objetiva; a este movimiento filosófico se le ha llamado neomarxismo.

6.1. El Movimiento Neomarxista
El neomarxismo no es más que una designación cronológica, pero responde a ciertas determinaciones lógicas: El movimiento de renovación del marxismo que ha tenido lugar a mediados del Siglo XX, cuyos máximos exponentes se encuentran en la Escuela Crítica de Frankfurt, expuesta por Marcuse, Horkeimer, Habermars, Adorno, entre otros.

Este movimiento surge en Europa Central con la intención de proponer una interpretación de la obra marxista, no condicionada a los dictados del aparto oficial soviético o afianzado a los dogmas del socialismo científico.

El neomarxismo implica un intento de vuelta a Marx, para darle una interpretación diversa de la oficial. Frente a la línea dogmática se invoca el núcleo de la doctrina, tratando de depurar al sistema aquellas partes que según estos filósofos no eran esenciales, sino que corresponden a las condiciones de la época en que fueron formuladas; pero subrayan otras que según ellos quedaron en segundo plano en la interpretación dogmática de Marx, entre ellas la dialéctica.

Los neomarxistas enfocan su interés en las obras escritas durante la juventud de Marx, se insiste en sus Manuscritos Económicos Filosóficos. Con la vuelta al Marx joven se coloca en primer plano los intereses antropológicos bajo forma de una filosofía humanista, transformando así la dogmática marxista. Las nociones de codificación, alineación, subjetividad, persona, tienen así un gran relieve en la polémica entre las corrientes del marxismo.

La versión dogmática para los neomarxistas tiende al totalitarismo. Y éste se opone a la realización total del hombre, ya que vacía a los sujetos de su interioridad, su conciencia y motivos personales; instrumentalizándoles al servicio ciego de una causa. Se debe buscar la autocreación del hombre mediante la praxis. De esta forma la discusión se centra sobre las relaciones entre la infraestructura socioeconómica y las superestructuras estatales.

En dos esferas incide fundamentalmente este apartado de lo superestructural: En la del arte y en la de la moral. La cuestión referente al arte significa una toma de posiciones respecto al realismo socialista. Entroniza como estética oficial del marxismo desde 1934, implica entender el arte como reflejo de los cambios históricos hechos conciencia en la jerarquía inspirada en el partido.

El neomarxismo se caracteriza pues por acentuar los aspectos éticos dándoles un tono libertario y manifestando que es la explicación adecuada de las ideas de Marx. Su posición consiste en afirmar que por debajo de las ideas económicas de éste, hay un manejo ético, un fundamento humanista, que es lo que le da su fuerza radical. En otras palabras, el marxismo dogmático acentúa el momento económico y científico; mientras que el Neomarxismo proclama, en cambio, la filosofía, la ética y el hombre frente a la economía y la ciencia.

6.2. Paul Baran y el surgimiento del neomarxismo
Paul Baran hizo aportes sustanciales en el Siglo XX para el surgimiento de la “nueva izquierda” llamada por otros “neomarxismo”. Su obra cumbre The Politic Economy of Growth de 1957 fue importante.

Para Baran, el capitalismo había sido producto del feudalismo, que en su etapa final de disolución se caracterizaba por una creciente producción agrícola, por una división del trabajo más extensa y por la acumulación de capital. Todos estos procesos eran requisitos previos para el surgimiento del capitalismo. Europa occidental había iniciado ese desarrollo debido a su ventajosa posición geográfica y a su falta de recursos naturales, condiciones que estimularon el comercio, los embarques y el pillaje.

El saqueo colonial, constituyó para Baran, la significativa contribución para el excedente económico de los países industrializados, para la inversión y crecimiento económico de éstos. Por consiguiente, el excedente económico de las colonias disminuyó, su acumulación de capital se detuvo y sus nacientes industrias fueron aniquiladas por la competencia. El desarrollo de las colonias fue desviado de su curso natural y quedó completamente dominado por los intereses imperialistas. Con esto, los países del Tercer Mundo se estancaron en su etapa evolutiva del feudalismo al capitalismo y fueron víctimas de las cosas negativas de ambos sistemas.

La anterior versión de la difusión del capitalismo difería en buena parte de lo expuesto por Marx. Baran abandonó la idea de que el capitalismo se difundía desde el “centro” a la “periferia”, en lugar de ello, introdujo la idea de que el subdesarrollo era un proceso activo que seguía al desarrollo en el centro.

Las ideas de Baran fueron utilizadas por Gunder Frank en sus conclusiones acerca del “desarrollo del subdesarrollo”. Bajo esta arista, no se evidenciaban tendencias de desarrollo capitalista que minaran la estructura social feudal; el capitalismo se constituyó de facto en los países coloniales. Para éstos la burguesía, en especial la Latinoamericana, era parasitaria y nunca cumpliría su misión histórica de liberar a las fuerzas productivas.

Los neomarxistas coincidían con la inmediata actividad revolucionaria basada en tácticas guerrilleras, en lugar de la “estrategia de dos etapas” al comunismo. Aquí la influencia de Ernesto Guevara para Latinoamérica fue vital.

El neomarxismo fue entonces la expresión académica de aquello que, a nivel de la praxis política, defendía la lucha de guerrillas. En este sentido aparece un artículo característico de la época por los editores de Monthly Review (1963), Paul Sweezy y Leo Huberman, quienes después por un viaje a Latinoamérica describen:

“La única revolución posible hoy día en América Latina es una revolución socialista.
La noción de que existe una poderosa burguesía nacional en estos países, ansiosa por romper con la dominación de Estados Unidos… es desafortunadamente un mito.
No puede haber ninguna duda de que América Latina necesita y está madura para una revolución socialista, no en un futuro distante, sino ahora mismo.
No encontramos a un solo izquierdista serio en América Latina que no fuese un ardiente defensor de la Revolución cubana … Sólo hay una cosa que los asusta y ésta es la medida en que, al resistir Cuba a Estados Unidos, pueda haber caído bajo el dominio de la Unión Soviética”.

6.3. Diferencias entre marxistas y neomarxistas
Foster-Carter ha establecido algunos puntos que hacen divergentes estas dos tradiciones, siendo éstos:
a.- El marxismo ve en el imperialismo una perspectiva “central”, esto es como una etapa en el desarrollo del capitalismo o capitalismo monopólico; por su parte, el neomarxismo ve el imperialismo desde la periferia, o sea desde el punto de vista de la víctima, lo cual a su vez implica que los intereses han cambiado a partir del desarrollo hacia el subdesarrollo.

Los líderes de los países llamados en otrora del Tercer Mundo inspirados por el marxismo, como Mao Zedog o Amílcar Cabral, con frecuencia han tenido un aspecto nacionalista que siempre ha sido más aceptado por los neomarxistas que por los marxistas ortodoxos.

b.- El análisis de lucha de clases, los marxistas la enfocan en las experiencias europeas, en tanto que los neomarxistas parten de la lucha revolucionaria emprendida en los países del Tercer Mundo. Los primeros ven como clase revolucionaria al proletariado industrial, los últimos, consideran que el papel activo lo ha desempeñado el campesinado, ya que, en el Tercer Mundo, los obreros industriales forman una “aristocracia del trabajo”.

c.- Los marxistas creen en la existencia o eventual surgimiento de una burguesía nacional en los países en desarrollo, los neomarxistas, por su parte, ven a la burguesía como creación y herramienta del imperialismo y, como tal, la juzgan incapaz de liberar a las fuerzas de la producción.

d.- Los neomarxistas consideran la posibilidad de emprenderse la revolución aún a costa de que las condiciones fuesen desfavorables, en ese contexto, la guerra de guerrillas suscitó una herramienta necesaria utilizada por los países de América Latina, Asia y África. El marxismo insiste en el trabajo del partido organizativo, en particular entre los obreros.

e.- Los neomarxistas hacen hincapié en aspectos subjetivos, propios de una antropología humanista, exaltada mediante el estímulo moral del “hombre nuevo”. Los marxistas defienden el materialismo y hacen énfasis sobre las condiciones objetivas del cambio, que dieron a Marx su distintivo de científico social.

f.- El marxismo muestra optimismo ante las teorías desarrolllistas del siglo XIX, exaltando una fe ciega en la industrialización como liberadora de la humanidad; los neomarxistas apuntan más a las demandas crecientes de una conciencia ecológica frente a las teorías desarrollistas, se tiende al concepto que las ciudades son parasitarias y se idealiza la vida del campo, contrariamente a lo expuesto por Marx, quien comentaba sobre “la idiotez de la vida rural”.

7. REFLEXIONES FINALES

El marxismo ha constituido una doctrina basta para comprender las dinámicas y fenómenos económico-sociales que devienen del desarrollo capitalista. Sin embargo, su meta relato, el comunismo, quedo relegado en la praxis como una utopía más.

Lo rescatable de las tesis marxistas es la de haber encontrado en la lógica dialéctica y el materialsimo histórico, las herramientas esenciales para comprender el progreso o desarrollo evolutivo de las sociedades.

Su tesis de liberación de las fuerzas productivas, no fue llevada en concreto por la propia burguesía, sino que por el contrario, fue la clase media intelectual y los trabajadores, en especial los del campo, quienes incitaron una lucha revolucionaria por la socialización de los medios de producción.

La tesis marxista del desarrollo estriba en que al preceder el feudalismo al capitalismo, y éste al socialismo y al comunismo, con el fin de alcanzar un estado de socialismo, todas las sociedades debían pasar por las diversas etapas del desarrollo capitalista. Marx dudaba que las sociedades menos desarrolladas fueran capaces de lograr el desarrollo por sí mismas. Esos países o sociedades, Marx las consideraba primitivas e incapaces de lograr un proceso de desarrollo propio.

Sin embargo, el enfoque ortodoxo en América Latina no fue prevaleciente. En esta parte del Hemisferio, al igual que en algunos países de África y Asia, los marxistas (no ortodoxos) no esperaron el tan anhelado desarrollo y auge capitalista. Vieron en la Revolución bolchevique rusa y en la Revolución cubana los mejores ejemplos para la liberación anticipada de la sociedad frente a lo que consideraron la expoliación capitalista por parte de la burguesía nacional y el capital extranjero. Lenin mismo había advertido de la necesidad de las luchas independentistas frente a los poderes coloniales en los llamados países subdesarrollados.

El marxismo fue llevado a perspectivas nacionalistas, sobre todo, a partir de la influencia y revolución maoísta en China. Ernesto Guevara fue un idealista que criticó el acercamiento de la revolución cubana a la Unión Soviética y ese nacionalismo inspiró también a grupos guerrilleros en el continente americano (en Perú a través del Movimiento Guevarista Tupac Amarú, algunos frentes de esta línea en Guatemala y el maoísta de Sendero Luminoso también en Perú).

Las corrientes no marxistas en América Latina se acogieron a las doctrinas de la Teoría de la Dependencia, percibida como modelo alternativo frente al conflicto este-oeste. Los aportes de los economistas de la CEPAL, Raúl Prébish y Fernando Cardoso se orientaron por una estrategia nueva de desarrollo, planteada desde la lógica de la sustitución de importaciones, etapa que se agotó ante la crisis económica del petróleo a finales de los años `70, en donde se marca el inicio del modelo de economía libre de mercado.

Las posiciones más renovadas de izquierda, entre los que se encuentran Dos Santos y Gunder Frank, hacen crítica de los modelos convencionales de desarrollo y plantean básicamente que el subdesarrollo es una condición creada por la ruptura en la continuidad de las etapas del feudalismo al capitalismo, en razón de la invasión colonial por los países industrializados hacia los considerados subdesarrollados; la dicotomía no es centro-periferia, Baran en seguimiento a los anteriores, abandonó la idea de que el capitalismo se difundía desde el “centro” a la “periferia”, en lugar de ello, introdujo la idea de que el subdesarrollo era un proceso activo que seguía al desarrollo en el centro.

Actualmente, desde la arista de la academia, el neomarxismo ha dado una interpretación novedosa a su corriente primigenia. Ha hecho una modificación del determinismo económico marxista por otra visión humanista, en donde se enfatiza en la crisis de valores de las sociedades post-industrializadas, se hace crítica a la economía del mundo global, la estética, el fetichismo y el culto a las grandes ciudades, que constituyen en esencia los fenómenos que deben ser revolucionados.

8. BILIOGRAFÍA
Cardoso, Fernando.
“La originalidad de una copia”. Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Cambridge, 1977.

Dos Santos, Theotonio.
“La crisis de la teoría del desarrollo y las relaciones de dependencia en América Latina”. Boletín de CESO, 3, Santiago de Chile, 1968

Gide y Rist.
“Historia de las Doctrinas Económicas”. 3ª. Edición. Editorial Reus, Madrid, s.a.

Leo Strauss y Joseph Cropsey.
“Historía de la Filosofía Política”. Fondo de Cultura Económica. México, 1996.

Lenin.
El Desarrollo Capitalista en Rusia. Progress Publishers, Moscú, 1956.

Magnus Blomström y Björn Hettne.
“La Teoría del Desarrollo Económico en Transición”. 1ª. Edición en Español. Fondo de Cultura Económica, México, 1990.

Marx – Engels.
“La Ideología Alemana. El Manifiesto Comunista. El Papel del Trabajo en la Transformaicón del Mono en Hombre”. Editorial Andreus Ltda.. Colombia, 1979.

_____________. “Sobre el colonialismo”. Progress Publishers, Moscú, 1960.

Palma, G.
“Dependencia”. En: Desarrollo Mundial, Vol. 6, núm. 7-8

Sabine, George.
“Historia de la Teoría Política”. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1994.

ENFOQUE MARXISTA SOBRE EL DESARROLLO (II PARTE)

3.- Ortodoxia marxista y los aportes leninistas a la teoría revolucionaria. 4.- Latinoamérica: Praxis revolucionaria o marxismo puro. 4.1. El marxismo en Latinoamérica. 4.2. La izquierda revolucionaria. 5.- Aplicación marxista desde la perspectiva de la Teoría de la Dependencia. 5.1. Theotonio Dos Santos. 5.2. Ander Gunder Frank.

3. Ortodoxia marxista y los aportes leninistas a la teoría revolucionaria
Los marxistas plantean la naturaleza inevitable y progresiva del capitalismo. Lenin al respecto escribe lo siguiente: “El papel histórico progresista del capitalismo puede resumirse en dos breves proposiciones: incremento en las fuerzas productivas del trabajo social y la socialización de dicho trabajo. Pero estos hechos se manifiestan en procesos extremadamente diversos, en diferentes ramas de la economía nacional” .

La dogmática marxista plantea la necesidad del desarrollo máximo del capitalismo, agotar todas sus etapas, eliminar los rasgos pre-capitalistas de las sociedades en desarrollo; pues tal sistema generará sus propias contradicciones y hará necesario la socialización de los medios de producción para revolucionar las fuerzas productivas y el trabajo. Avanzar hacia una sociedad más industrializada y con mayor bienestar, donde el Estado sería el gendarme de tales fines. Sólo el Estado socialista sentaría las bases para eliminar las clases sociales y la propiedad en pro del comunismo.

Lenin describió en forma concreta el desarrollo de Rusia en la última parte del Siglo XIX, la cual indica una conciencia de que el desarrollo capitalista en las regiones menos desarrolladas es más complejo de lo que sugiere el análisis de Marx. Para Lenin había que anticiparse a la esperada revolución social. El auge capitalista podría tardar muchos años o décadas.

De lo anterior, surgieron posturas divergentes. La de los mencheviques que planteaban la pureza marxista, es decir, el desarrollo capitalista ruso para continuar con la etapa subsiguiente socialista; y los bolcheviques, que bajo el liderazgo de Lenin, deseaban la precipitación de la revolución.

Lenin proporcionó un análisis más elaborado de la compleja interacción entre una región desarrollada y otra menos desarrollada. El desarrollo capitalista no era requisito sine qua non para alcanzar el socialismo. Asimismo, evidenció que la antigua sociedad agraria rusa contenía un sistema construido sobre la propiedad común, y que ese sistema podría constituir la base del futuro socialismo ruso.

Contrario a lo afirmado por los Narodniks, para quienes el desarrollo capitalista en Rusia no era posible; Lenin no sólo establecía que era posible sino que indicaba que ya se había desarrollado. El nivel de desarrollo de los rusos, como resultado de una lógica imperial expuesta por los zares, era en realidad un tanto menor que el avance de los países capitalistas; es decir, el capitalismo venía en progreso.

A pesar de lo dicho por Lenin, existían bastas estructuras tradicionales o precapitalistas en Rusia. Para Palma , el desarrollo capitalista llegaría a ser en Rusia, consecuencia de un tipo de “repetición en cámara lenta” del desarrollo de Europa occidental.

Los primeros teóricos marxistas que abordaron el tema del imperialismo no cuestionaron la idea de Marx sobre el papel progresista desempeñado por el capitalismo en los países menos desarrollados, pero sí cuestionaban su análisis de la interacción entre los países más y menos desarrollados. Marx ignoró la importancia de la independencia política, no había pensado en la forma en que el colonialismo afectaba el desarrollo industrial en los países menos desarrollados, sobreestimaba así, la posibilidad que el capitalismo se introdujera mediante el colonialismo.

Lenin, quien puede ser considerado de los primeros teóricos del imperialismo, no encontró posible que la exportación de capital a los países menos desarrollados condujera de manera automática al desarrollo capitalista.

En el Congreso del Comintern en 1920, Lenin –citado por Cardoso- manifiesta:

“Los progresivos efectos del capitalismo, por el contrario, no se percibe allí (en las colonias), a pesar de la penetración del capital extranjero. Cuando el poder imperialista dominante necesita apoyo social en las colonias, une sus fuerzas, primero y sobre todo, a las clases dirigentes del antiguo sistema precapitalista –el tipo de señor feudal, la burguesía comercial y financiera- contra las masas” .

Para Lenin entonces, el obstáculo para el desarrollo capitalista en los países menos desarrollados debe buscarse en los lazos coloniales. Él creía que el capitalismo sería progresivo en los países menos desarrollados, una vez que éstos hubieran llegado a ser políticamente independientes.

4. Latinoamérica: Praxis revolucionaria o marxismo puro

4.1. El marxismo en Latinoamérica

Sería equívoco aplicar las tesis marxistas propias del capitalismo europeo del Siglo XIX a los problemas de los llamados países en vías de desarrollo. Sería también absurdo culpar a Marx por la falta de apreciaciones al respecto.

El marxismo en muchos casos fue tratado de forma mecánica en cuanto a su aplicación a las realidades del subdesarrollo. El marxismo fue introducido en América Latina más como una ideología que como una teoría; fue más pragmático su uso que su abordaje teorético o dogmático como en la Europa occidental.

Marx y Engels indicaron que el futuro del país atrasado se refleja en aquello que ha llegado a ser el país más desarrollado, mediante la rápida mejoría de los instrumentos de producción y las muy mejoradas comunicaciones, la burguesía obliga a las naciones, incluyendo las bárbaras, a entrar en lo denominado para entonces “civilización”.

Las ideas de Marx acerca de los problemas del subdesarrollo no diferían significativamente de las que prevalecían en el evolucionismo del siglo XIX. En cuanto al evolucionismo que planteaba sobre el desarrollo capitalista, sus extensos escritos intentan analizar el problema de forma muy diversificada. Se puede mencionar aquí con cabalidad el aceptado punto de vista de Lenin dentro de la naturaleza compleja y contradictoria del proceso capitalista de desarrollo.

El llamado Tercer Mundo descansaba pacífica y despreocupadamente, esperando que en Occidente los industrializados influyeran en ellos, sea mediante el auxilio o la fuerza. En uno de los pasajes de Marx relacionados con el mundo no europeo, prevé una revolución industrial en la India, como resultado inevitable de la construcción de los ferrocarriles ingleses:

“No se puede mantener una red de ferrocarriles sobre un territorio inmenso, sin introducir todos aquellos procesos industriales necesarios para satisfacer las necesidades inmediatas y corrientes de la locomoción ferroviaria, y a partir de la cual debe extenderse la aplicación de la maquinaria a aquellas áreas de la industria que no se vinculan de inmediato con los ferrocarriles. Por lo tanto, el sistema ferroviario se convertirá en la India, en el verdadero precursor de la industria moderna” .

En virtud de lo descrito, la escuela de la dependencia misma constituyó una reacción contra el marxismo esquemático, su debilidad analítica para los países en desarrollo y la ineficacia política del comunismo ortodoxo hizo que prevaleciera en el pensamiento económico intelectual e influyente la dependencia, aunque como se verá, existieron aportes radicales de la dicotomía centro-periferia, como los esbozados por Dos Santos, Frank y las tesis plasmadas en los cónclaves latinoamericanos anti-imperialistas.

4.2. La izquierda revolucionaria
Bajo el enfoque leninista, los países colonizados debían buscar su independencia, generar sus movimientos revolucionarios en contra del latifundismo, la burguesía nacional explotadora y el imperialismo. El marxismo tenía una fuerte carga nacionalista y no fue universalista como en Europa, que deviene de la lógica ¡proletarios del mundo uníos¡

El sexto Congreso del Comintern en 1928, fue el primero que se ocupó específicamente de los problemas de América Latina :

“En toda América Latina, los comunistas deben participar activamente en los movimientos revolucionarios de masas dirigidos contra el régimen de latifundio y contra el imperialismo, aun cuando estos movimientos estén todavía bajo el liderazgo de la pequeña burguesía. Sin embargo, al hacerlo así, los comunistas no pueden, bajo ninguna circunstancia, subordinarse políticamente a sus aliados temporales. Mientras se lucha por la hegemonía, durante los movimientos revolucionarios, los partidos comunistas deben luchar en primer lugar por la independencia política y la organización de sus partidos, asegurando su transformación en el partido conductor del proletariado”.

Un ejemplo claro de este marxismo nacionalista se dio con los aportes del peruano José Carlos Mariátegui, cuyos Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, se han constituido en el intento más singular de comprender la problemática nacional latinoamericana bajo una perspectiva marxista.

Cuba constituye otro ejemplo del contraste entre la línea partidaria del comunismo ortodoxo y una estrategia revolucionaria más voluntarista. El Partido Comunista Cubano fue fundado a instancias del Comintern. Experimentó anteriormente un nacionalismo radical no marxista, bajo el pensamiento revolucionario de José Martí, relevante para la insurrección contra España en 1895. Por ello, muchos argumentan que Fidel Castro fue más influido por Martí que por Marx. Aunque el modelo cubano sigue un carácter sui generis al definirse como martiniano marxista por su misma Carta Magna.

Desde un punto de vista comunista convencional, la sociedad latinoamericana seguía siendo feudal; por ello, era prematuro iniciar una movilización del proletariado antes de que América Latina hubiera experimentado su propia revolución burguesa. La tarea histórica de ésta consistía en aplastar la alianza feudal-imperialista. Sólo entonces sería posible una revolución socialista. La Revolución cubana de 1959 desafío este punto de vista político. Aguilar expone:

“Señal de la situación de los partidos comunistas en este periodo y clave de los conflictos internos y externos que los abrumaban fue su escasa participación en los eventos más importantes de la época. El partido comunista no desempeñó ningún papel de importancia ni en Guatemala en 1944, ni en Bolivia en 1952, ni en ninguna otra de las convulsiones políticas en Venezuela, Argentina, Colombia o Perú”.

En América Latina, los campesinos estaban más inclinados en la lucha revolucionaria que los obreros y la guerrilla rural pareció ser una alternativa al trabajo organizado dentro del movimiento laboral. Guatemala no fue la excepción, la constitución del EGP y ORPA contaron con un gran respaldo campesino y el primero además con fuerte presencia de indígenas.

Los puntos de vista tradicionales marxistas no tuvieron mayor eco. Estos se aferraron y encasillaron en los Partidos Comunistas, pero comúnmente fueron rechazados por los movimientos de insurgencia armada. La razón política que evidenció esto fue la misma Revolución cubana.

Las ideas del Che Guevara sobre el papel de los campesinos en la revolución y la capacidad del ser humano de superar limitaciones objetivas es una reminiscencia de Mao Zedong, fue así como los marxistas latinoamericanos se dividieron aún más; hubo corrientes ideológicas por doquier, trotskistas, marxistas, leninistas, maoístas, guevaristas, otros. Después del conflicto chino-soviético las ideas maoístas proliferaron, su máxima expresión la constituyó la guerrilla del Sendero Luminoso en El Perú.

La nueva izquierda revolucionaria marxista no ortodoxa o dogmática nació y floreció en la mayoría de países latinoamericanos. Centroamérica fue un epicentro del conflicto este-oeste. Querían la revolución de forma inmediata, su expresión se notó en la Tricontinental y en la Conferencia de Solidaridad de América Latina, que tuvo lugar en La Habana, en agosto de 1967, su lema fue “El deber de un revolucionario es hacer la revolución”.

5. Aplicación marxista desde la perspectiva de la Teoría de la Dependencia
El enfoque de la dependencia se originó en el debate latinoamericano sobre los problemas de subdesarrollo, el cual fue una de las más valiosas contribuciones a la ciencia social moderna. Este enfoque constituyó una crítica eficaz al paradigma de la modernización, además, proporcionó un punto de vista alternativo, que funciona como catalizador de la teoría del desarrollo.

La escuela de la dependencia surgió de la convergencia de dos tendencias intelectuales : una llamada con frecuencia “neomarxista” y otras cuyas raíces se encuentran en la tradición de la CEPAL.

El concepto neomarxista refleja cierto dualismo en el pensamiento marxista, basado por una parte en un concepto tradicional o eurocéntrico y por otra, un enfoque reciente que se ocupa del subdesarrollo y los problemas del llamado en otrora Tercer Mundo.

Para los marxistas ortodoxos, el cuerpo principal de la tesis neomarxista no es del todo compatible con el marco clásico del marxismo.

En Latinoamérica se acentúo la discusión sobre el subdesarrollo, en particular luego de la depresión de los años treinta. Esta crisis económica tornó dramáticas las dimensiones de la dependencia latinoamericana; además, dio lugar al inicio de una investigación económica más sistemática y requirió una política de sustitución de importaciones, consolidada posteriormente como una estrategia de desarrollo. Los planteamientos de la CEPAL, que en esencia no son marxistas, fueron dirigidos por Raúl Prebish y Cardoso, entre otros, pero en esta investigación tomaremos en cuenta la perspectiva de dependencia desde las tendencias nuevas del marxismo o neomarxismo, cuyos máximos exponentes son el economista brasileño Theotonio Dos Santos y Ander Gunder Frank.

5.1. Theotonio Dos Santos
Dos Santos plantea que el concepto tradicional de desarrollo se resume en lo siguiente : i.- El Desarrollo significa avances hacia algunos objetivos generales bien definidos, los cuales corresponden a la condición específica del hombre y la sociedad que se encuentra en las sociedades más avanzadas del mundo moderno; ii.- Los países en desarrollo avanzaran eliminando obstáculos sociales, políticos, culturales e institucionales; iii.- Permitir la movilización más racional de los recursos y éstos pueden ser jerarquizados para uso de planeadores económicos; iv.- Coordinar algunas fuerzas sociales y políticas para apoyar una política de desarrollo y diseñar una base ideológica que organice la voluntad de diversas naciones en las tareas de desarrollo.

Una vez considerada la teoría convencional de desarrollo como indefendible, se pueden apreciar los planteamientos de Dos Santos, que se orientan a una teoría del desarrollo más sólida :

a.- La teoría del desarrollo debe analizar el proceso de desarrollo en sus diversas manifestaciones históricas y concretas;
b.- Mediante el análisis histórico, esta teoría debe extraer las leyes generales del desarrollo, a partir de las sociedades elegidas para investigación;
c.- Al formular estas leyes, la teoría del desarrollo debe tomar en cuenta las contradicciones internacionales del proceso, abandonando cualquier intento formal por reducirlo a una transición unilineal de un tipo de sociedad a otra. Más bien, la teoría debe demostrar cómo, mediante las contradicciones, toda la sociedad puede alcanzar formas más elevadas de organización. Estas fuerzas y las formas sociales que implican, se describen mejor como tendencias sociales que como modelos de una situación futura a aspirar.


5.2. Ander Gunder Frank
Frank –citado por Blomström y Bjöm Hettne- argumenta que muchas naciones desarrolladas muestran tendencias particulares, que el status que se les atribuye está diseminado y que la estructura de papeles no es tan funcionalmente específica como podría sostenerlo la ideología oficial. Se pueden encontrar rasgos de “universalismo”, “hazañas” y “especificidad” en las naciones subdesarrolladas. Después de haber destruido las bases empíricas del análisis de la variable modelo en los problemas del subdesarrollo, Frank cuestiona las bases teóricas para dicho análisis.

Para Frank el subdesarrollo no es una etapa original, como puede deducirse de la teoría de las cinco etapas de Rostow, sino es una condición creada; para ejemplificar señala la des-industrialización británica de la India, los efectos destructivos del comercio de esclavos y la destrucción de las sociedades indígenas en América Central y América del Sur.

Es decir, Frank observa que la condición de subdesarrollo constituye un producto histórico, determinado por la expoliación colonialista y que no necesariamente los avances hacia la industrialización dejaron cosas positivas para las sociedades en desarrollo.

ENFOQUE MARXISTA SOBRE EL DESARROLLO

PROLOGO. 1.- Premisas filosóficas del marxismo. 1.1. El Materialismo Dialéctico. 1.2. El determinismo económico. 1.3. La lucha de clases e ideología. 1.4. La Revolución Proletaria. 2.- Pensamiento económico marxista.

PRÓLOGO

Karl Marx tiene como sustento la filosofía hegeliana, suprimiendo de ésta en primer término el idealismo al cual el primero impregnó la tesis materialista; en segundo aspecto, sustituyó la lucha de naciones hegeliana como unidades efectivas en la historia social por la lucha de clases, radicalizando así su profetismo revolucionario.

Tomó esencialmente la dialéctica hegeliana, era su método eficaz para demostrar el desarrollo social, por lo que su filosofía al igual que Hegel se constituyó en una filosofía de la historia.

Para ambos la base de todo cambio social es la necesidad; la fuerza impulsora del cambio social es la lucha y en último lugar el factor determinante es el poder.

Para Marx la lucha que genera el desarrollo histórico social es la de clases y el poder económico es el factor determinante de los cambios superestructurales a nivel político y jurídico.

La filosofía marxista está conformada por una serie de etapas o pasos que se debían seguir para alcanzar la sociedad humana desarrollada, la que se caracteriza por una igualdad de la condiciones de vida, aboliendo las desigualdades, para lo que era necesario un cambio radical de las economías que producían plus valor, es decir, había que consolidar el Estado socialista.

1. Premisas filosóficas del Marxismo

1.1. El Materialismo Dialéctico

Marx consideraba a la dialéctica como un método lógico , el único capaz de explicar una materia de estudio en constante desarrollo y de revelar la necesidad de su desarrollo.

El materialismo marxista se identifica como científico y a pesar que los estudios sociales pudieran imitar a la física, pensaba acercándose a los positivistas, que podían alcanzar un nivel de precisión y certeza alto.

El materialismo comportaba un rechazo radical a la religión, la cual consideraba Marx como el opio del pueblo.

El materialismo dialéctico además tenía como objeto explicar el sentido de una revolución social, la necesariedad del auge y paralelamente la sustitución del modo de producción capitalista, que permitiera la socialización de los medios de producción, desterrando la explotación y la desigualdad social. El proletariado como producto del dominio de la clase dominante al liberarse, liberará a la sociedad y al abolir la desigualdad social puede crear una sociedad sin clases, en donde el Estado resulte innecesario.

1.2. El determinismo económico
Las fuerzas impulsoras de la historia social son para Marx económicas. Lo económico significaba el modo de producción, y puesto que cualquier sistema de producción lleva consigo una forma de distribución del producto social y la distribución crea una estructura de clases sociales, en donde, cada una de las cuales está determinada por su posición en el sistema.

El método mediante el cual una sociedad utiliza los recursos naturales y produce los bienes que le permiten vivir, es para Marx la fuente de su existencia. El modo de producción explica la situación política y su situación cultural en determinado momento; y los cambios en el sistema de producción explican los cambios que se producen en la política y la cultura.

Así en una economía capitalista, el respeto y defensa a ultranza de la propiedad, base del sistema productivo, constituye una premisa fundamental del orden jurídico y político.

La estructura de clases que existe en la sociedad en cualquier período, es el producto histórico que varía según las fuerzas de producción económica que la sociedad puede utilizar.

La economía se convirtió para Marx en una fuente de su análisis histórico, base para determinar las relaciones prevalecientes en cualquier sistema de producción dado, complementado por el auge y el desarrollo del sistema.

1.3. La lucha de clases e ideología
La clase era para Marx –de acuerdo a Sabine- una unidad colectiva que actúa y produce sus ideas y creencias, actuando bajo la presión de su situación en el sistema económico y social. El individuo cuenta por su participación en la clase, porque sus ideas son un reflejo de las ideas creadas por la clase.

El ser social determina la conciencia social enfatizó Marx. Son las condiciones materiales en que se desenvuelve el ser y su entorno que determinan su ideología o sus percepciones sobre el mundo. Lo importante era que la clase proletaria asumiera la conciencia de clase en sí (el ser proletario) y para sí (la reivindicación de sus libertades frente a la clase dominante).

La historia de la humanidad está determinada, en el pensamiento marxista, por la lucha de clases. Así se evidencia en el Manifiesto Comunista:

“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes” .

Esa nueva lucha de clases en la economía capitalista se basaba en el antagonismo entre capitalistas y proletarios. La transformación revolucionaria del modo de producción capitalista se orientaba a la abolición de la desigualdad y la propiedad al constituirse la sociedad comunista y como medio de transición el Estado socialista.

Las clases dan origen a sus ideologías propias, pero el hecho de que una creencia se origine en una clase social o sea característica de ella no supone que sea válida o no.

La teoría de la estructura de clases de Marx en las sociedades industriales modernas se conformaba por una clase media urbana y comercial, dedicada políticamente a las libertades civiles y políticas de la Revolución y proletariado industrial principalmente urbano, pero más por la seguridad económica que por la libertad política. Consideraba a estas clases como las fuerzas políticas activas en una sociedad moderna, las fuerzas entre las cuales tiene lugar principalmente la lucha de clases.

Las otras clases reconocidas por la teoría, el campesinado y la pequeña burguesía, eran consideradas por Marx como políticamente inertes, aunque en determinado momento podían estar de acuerdo con lo que hacen las dos clases activas.

1.4. La Revolución Proletaria
La revolución en Marx –según Gide y Rist - consistirá en la eliminación de la clase poseedora por la clase obrera, pero esta eliminación no necesariamente debe ser violenta; bien puede ser por el camino político y legal, si la clase obrera llega a conseguir la mayoría en el Parlamento o bien por el camino económico, si las asociaciones obreras llegan, por ejemplo, a organizar directamente todos los servicios económicos y a no dejar ya en lo sucesivo al capitalismo más que en el estado de una cáscara vacía.

El fin del capitalismo, según los autores citados, también puede venir también bajo una forma más esperada por los marxistas: en forma de una crisis económica que arrastrará consigo al capitalismo y que será la consecuencia, de suerte que éste acabará por una especie de suicidio por “autodestrucción”. Como es sabido la teoría del conflicto y cambio forman parte de la noción marxista.

Sin embargo, el marxismo no excluye la violencia, considerándola como probable, porque la sola libre acción de la evolución no bastará, sin duda, para desprender de las formas sociales antiguas las formas nuevas. Marx diría en su texto Miseria de la Filosofía que “la fuerza es la partera de toda sociedad en acción”.

La fuerza y violencia se manifiestan básicamente en aquellos antagonismos inconciliables y constituyen la base del desarrollo social.

En la sociedad capitalista es válido desobedecer las leyes, pues son producto del ambiente burgués, son una expresión de su voluntad; la revolución consistirá en sustituir esa leyes por otras, que derriben todas las estructuras de la sociedad capitalista, esencialmente la propiedad.

En el Manifiesto Comunista se indica:

“El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa. Pero la propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros. En este sentido los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada” .


2. Pensamiento económico marxista
Como se ha mencionado, Marx baso sus estudios de diversas sociedades en una interpretación materialista de la historia. Bajo este análisis el desarrollo de una sociedad debe comenzar a partir del proceso de producción, el cual, a su vez, contiene dos aspectos fundamentales: “las fuerzas de producción y las relaciones de producción” .

Las fuerzas de producción son consideradas generalmente como la suma de condiciones materiales (materias primas, herramientas, máquinas, etc.), incluida la fuerza de trabajo humana, con su conocimiento y experiencia. Las relaciones de producción son aquellas que se dan entre los seres humanos durante el proceso de producción, cambio y distribución de los bienes materiales de una sociedad. Las fuerzas de producción y las relaciones de producción forman el modo de producción.

El modo de producción constituye la estructura económica de la sociedad, y para Marx es el factor determinante, es el punto de partida de su análisis del desarrollo histórico.

Las fuerzas de producción se desarrollan y renuevan en forma constante, a la par del conocimiento humano sobre la naturaleza y el desarrollo tecnológico. Es la transformación de la naturaleza y de la mejora de las condiciones de subsistencia lo que provoca un cambio sustancial en la base.

Un determinado estado de fuerzas productivas requiere en el enfoque marxista adecuadas relaciones de producción, esto es, relaciones apropiadas que gobiernen el uso de las fuerzas productivas; por lo que, las relaciones sociales deben cambiar y ajustarse al estado de las fuerzas de producción.

Así al insertarse la tecnología e industrialización en la dinámica productiva capitalista se debieron modificar y adecuar las relaciones sociales de producción, distribución, comercio y consumo.

Para Marx, los orígenes de todo cambio histórico pueden encontrarse en el conflicto entre las fuerzas y las relaciones de producción. Cuando las últimas no corresponden a las primeras el desarrollo en una sociedad se hace más lento, así que debe acabarse con las relaciones sociales obsoletas, reemplazándolas por otras nuevas y más avanzadas.

En una sociedad de clases, siempre existirán quienes se beneficien de las antiguas relaciones de producción obsoletas y que no estarán dispuestos a abandonar sus posiciones. Por consiguiente, el resultado es una lucha entre diferentes clases sociales.

La razón por la cual existen conflictos entre las fuerzas de producción y las relaciones sociales es que éstas tienen un movimiento más lento que las primeras. El resultado inevitable es una revolución social. El viejo modo de producción (tesis) es remplazado entonces por otro nuevo (anti-tesis), que se ajuste mejor al estado de las fuerzas productivas, y que inexorablemente, será reemplazado por otro novísimo (síntesis). El proceso comienza de nuevo y sigue su decurso, hasta lograr el nivel de desarrollo económico más alto.

La superestructura social que es el otro componente de la dicotomía marxista, en donde convergen, la política, la ideología, la religión, lo jurídico, etc., está determinado por la base económica, lo que describimos anteriormente como determinismo económico.

La tesis marxista del desarrollo estriba en que al preceder el feudalismo al capitalismo, y éste al socialismo y al comunismo, con el fin de alcanzar un estado de socialismo, todas las sociedades debían pasar por las diversas etapas del desarrollo capitalista. Marx dudaba que las sociedades menos desarrolladas fueran capaces de lograr el desarrollo por sí mismas. Esos países o sociedades, Marx las consideraba primitivas e incapaces de lograr un proceso de desarrollo propio.

De acuerdo con Blomström y Hettne, para Marx el colonialismo era un mal necesario, constituía la expansión capitalista necesaria para el salto al socialismo. Era indispensable la eliminación de los modos de producción precapitalista y consolidar el capitalismo.

Marx –citado por ambos autores- en un famoso pasaje de El Capital, taxativamente manifiesta: “Las naciones industrialmente más avanzadas muestran a los menos desarrollados sólo una imagen de su propio futuro”. Marx y Engels compartían que el desarrollo, visto en la necesidad capitalista, era universal e inexorable.

Los países menos avanzados habían de elaborar un tipo de capitalismo más autónomo, similar al que más tarde desarrolló Estados unidos.