martes, 16 de noviembre de 2010

Mi yo post-moderno

Circunscrito en un mundo despersonalizado, arraigado en el sistema de la información y comunicación. Los destellos de un mundo más humano fueron cercenados por el consumo, el marketing y el materialismo.

El amor ya no sabe como antes, ya no se siente esa miel y dulzura de los labios, ya no siento el olor que se hilvana ante el éxtasis; últimamente se desarrollan sólo elucubraciones sobre el dinero y el sexo.

Cuando aprendí a amar, me gustaban las frases elaboradas o copiadas de algún bohemio o trovador. Total todo era apasionante. La racionalidad de la razón fue menguando esos ímpetus.

El arte es más hermético, parece una cosa de privilegiados o es que siempre ha sido así. Las cosas a las que accede el ciudadano común aparecen en las pintas y los grafitys.

Los Estados cada vez son más volátiles, las trasnacionales imponen reglas y aquéllos cuál si fueran marionetas, sólo abren sus fronteras ante el desdén de ser calificados de ineptos, y así dar pauta al subrepticio de expoliar sus recursos naturales. Es una colonización tecnificada.

Cansados ya de un devenir desalentador, ya ni las guerras resultan útiles. Nunca lo han sido, pero en ocasiones hacían resaltar los sentimientos e ideas más intensas de muchos seres humanos y había un porqué, un destino que forjar.

Con el paso del tiempo he tenido que cimentarme en una sociedad que me parece ajena, bajo sueños cada vez más irrealizables, entre escenarios más complejos; el equilibrio o justo medio parece ser la quimera menos dicha y más significante.

Finalmente, cuál es el real sentido de la existencia? cuál es la felicidad que se pregona? qué medios son los racionales y justos para gozar de la plenitud? porqué he de esperar tantos amaneceres para obtener la sonrisa de mi amada?