viernes, 19 de octubre de 2007

LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE Y EL CAMINO HACIA LA INTERVENCIÓN ESTADOUNIDENSE

El 20 de octubre de 1944 se gestó una revolución democrática, en la cual convergieron una diversidad de sectores sociales: estudiantes, sindicalistas, intelectuales, empresarios, maestros, otros; quienes lograron derrocar a la dictadura ubiquista. En marzo de 1945 entró en vigor la nueva Constitución de la República y ascendió al poder, un intelectual, profesionista, no vinculado con la estructura militar: el Dr. Juan José Arévalo.

El Gobierno de Arévalo, respondió claramente a las necesidades sociales y de modernización capitalista largamente sentidas, sobre todo a raíz de la crisis capitalista de 1929. Dentro de las medidas que se pueden destacar se encuentran: las reformas bancaria y monetaria de 1945 y la Ley de Fomento Industrial de 1946, las cuales crearon el esperado marco institucional para estimular la actividad económica. Se desarrolló una profunda reforma educativa, en la que Arévalo exhibió su reconocida competencia y tendió a remover los obstáculos culturales al desarrollo. La legislación social (Código de Trabajo y Ley del Seguro Social) a favor de la clase trabajadora, fue el factor que impulso la revolución, pero lamentablemente a su vez, fue el que inició con la oposición conservadora.

Luego de estas transformaciones sucedieron paralelamente varias intentonas de golpes de estado, sobre todo, la acontecida en el año de 1949, con el alzamiento del sector más conservador del ejército, cuyo líder era el coronel Javier Arana. El alzamiento se produjo al conocerse que el coronel Arana había muerto en la balacera que tuvo lugar al procederse a su captura, pues una noche anterior Arana había presentado un ultimátum al presidente Arévalo y estaba por consumarse un golpe de estado. La insurrección militar fue derrotada bajo la dirección de Jacobo Arbenz, en ese entonces Ministro de la Defensa, cuya nominación a partir de entonces fue la de “el soldado del pueblo”.

Arbenz arribó al poder en 1951, después de elecciones generales democráticas, en la cual convergieron por vez primera en Guatemala, partidos políticos de diversas corrientes ideológicas: derecha, centro e izquierda; aunque las dos últimas posiciones eran las más apoyadas. El lema de la campaña presidencial de Arbenz fue la reforma agraria, aunque pocos pensaron en que la llevaría a cabo. El programa de gobierno llevado a cabo fielmente por Arbenz planteaba tres estrategias: a) la independencia de la economía nacional; b) la transformación de Guatemala en un país capitalista y afirmaba que “la industrialización del país no podría realizarse sin la reforma agraria”; c) Que la transformación económica trajera consigo la mayor elevación posible del nivel de vida del pueblo; él mismo afirmó: “de nada nos servirá ser económicamente cada vez más libres en el mundo si lo fuéramos cada vez menos en nuestra propia casa (...) Toda la riqueza de Guatemala no vale lo que vale la vida, la dignidad, la salud y la felicidad del más humilde de sus habitantes” .

Bajo esas premisas, el proyecto revolucionario de Arbenz comprendió: la construcción de una carretera moderna al Atlántico para poner fin al monopolio de la IRCA – United Fruit; la construcción de un puerto moderno en el Atlántico para poner fin al monopolio portuario de la United Fruit; y la construcción de una central hidroeléctrica cuya capacidad sería cuatro veces superior a la instalada en la Empresa Eléctrica, para terminar el monopolio de la Electric Bond and Share Co.

El proyecto más contundente fue el de reforma agraria, consolidado por medio de la Ley de Reforma Agraria, Decreto 900 del Congreso, promulgada el 17 de junio de 1952. El objeto de la reforma era: “liquidar la propiedad feudal en el campo y las relaciones de producción que la originan, para desarrollar la forma de explotación y métodos capitalistas de producción en la agricultura y preparar el camino para la industrialización de Guatemala” (artículo 1). Era claro, que la ley no pretendía un sistema socialista, ni mucho menos constituía una acción comunista, como la clase oligarca con apoyo de la embajada norteamericana hicieron suponer, para mantener sus privilegios a costa de la miseria del pueblo guatemalteco. Además, la reforma buscaba la expropiación de tierras no cultivadas u “ociosas” de las fincas mayores de 270 Ha., con lo que no se afectaba totalmente la propiedad, en especial, de los pequeños y medianos agricultores. En los 18 meses de aplicación de esta ley, el gobierno de Arbenz logró beneficiar entre 31% y 40% de campesinos y trabajadores agrícolas sin tierra .

Todas las reformas revolucionarias de Arévalo y Arbenz tocaron los intereses de la oligarquía guatemalteca y de las empresas trasnacionales estadounidenses. Era el momento en que nuevamente la embajada norteamericana tenía que actuar, sobre todo en un escenario internacional tenso, en virtud de la denominada “guerra fría”. Por ello, se pueden mencionar como causas externas del derrocamiento de Arbenz, el 27 de junio de 1954, las siguientes: a) la inhabilidad de todos los gobiernos norteamericanos para articular sus relaciones con regímenes progresistas en América Latina, pues cuando se lo proponen provocan la restauración del régimen anterior; b) la vocación de independencia del programa arbencista y los crecientes desacuerdos en política internacional con los Estados Unidos, en una época en la cual toda América Latina, con excepción de México, apoyaba incondicionalmente la política exterior norteamericana; c) la preocupación de la embajada norteamericana por la participación de grupos comunistas en los proyectos de gobierno y su alianza con partidos de gobierno.

Dentro de los factores internos, se puede citar como el fundamental, el golpe de Estado del Alto Mando del Ejército, bajo la compulsión del embajador norteamericano John Peurifoy. El 17 de junio de 1954 ingresaron a territorio guatemalteco tres columnas, de unos cientos de hombres, organizados por la CIA en territorio de Honduras. Estos en ningún momento pensaron en derrotar al ejército de Arbenz, el cual permaneció con cierta lealtad –pues queda registrado que no hubo una oposición abierta del ejército a los programas de gobierno, en especial, el de reforma agraria, hasta darse cuenta que el objeto de la invasión era hacer ostensible ante la oficialidad del ejército la decisión tomada por los Estados Unidos de intervenir en Guatemala. El 27 de junio de 1954 el embajador Peurifoy convocó a su despacho al Jefe de las Fuerzas Armadas, al Ministro de la Defensa, al Jefe del Estado Mayor del Ejército y a otros jefes militares y los conminó a que exigieran la renuncia a Arbenz. El golpe de Estado se dio ese mismo día.

Fue en ese momento en que quedaron truncadas las ideas democráticas y progresistas de los gobiernos revolucionarios y se instauraron nuevamente los gobiernos conservadores apoyados por los grupos oligarcas de Guatemala, que en una nueva fase de apoyo e intervención militar (1954-1986) en todas las esferas sociales del país, dejaron las heridas abiertas para la promoción de una guerra fratricida, que dejo más dolor, muerte, sufrimiento y atraso para esta nación, que ha permanecido -como otras naciones latinoamericanas- en el sueño de los justos, en la espera de un amanecer colectivo de felicidad y bienestar, al cual nunca podemos dejar de aspirar y luchar.

Luis Cáceres

2 comentarios:

AlmaCaraluna dijo...

Hay la revolución, sigue siendo una utopia de vida para la gente que vivimos en paises tan contradictorios como el nuestro. Pero seguimos en la lucha....

Bueno pues Luis ojalá pasa visitando mi casa. www.almasdeluna.blogspot.com

Saludos con destellos de luna

MarianoCantoral dijo...

lic. caceres, excelente la forma tan fundamentada y profunda con la que toca este topico, de una manera sumaria y escencial, conceptos apodicticos que fundamentan ese amor sincero que todavia algunos le tenemos a nuesto pais y a nuestra gente, y creemos todavia, que podemos alcanzar bastante con voluntad y esfuerzo...este tipo de articulos son basicos para que no se nos muera la memoria y la conciencia, de esa forma no olvidar el pasado y luchar hoy y mañana por los ideales mas grandes de libertad y justicia.

No podremos negar que el imperialismo yankee y el capital opresor nos ha socavado y nos sigue socavando, pero mientras los ideales de justicia sigan vivos, nunca va a morir la lucha eterna por la libertad y por la vida.

Somos jovenes y es nuestro papel fundamental, ser ese estandarte de cambio, propagar ese sentir humano y social, lo dijo Ernesto Guevara:

"La arcilla fundamental de nuestra obra revolucionaria es la juventud".