martes, 11 de septiembre de 2007

ENSAYO.
"Sociología del Cuerpo:
La Ontología Social en Marx y Nietzche"

Luis Ernesto Cáceres Rodríguez


1. Sociología y Ontología

Uno de los problemas centrales de la filosofía política y social está ligado al concepto de libertad del ser humano, lo cual, nos conduce a una aproximación entre la filosofía de las ciencias sociales y la ontología. En lato sensu, ésta constituye una rama de la filosofía que estudia la naturaleza del ser u objeto.

En el estudio de las ciencias sociales, se puede decir, que se asumen posturas ontológicas acerca del individuo y de la interacción entre individuos. La estrategia de individuos es lo que llamamos lo “social”, y esto constituye, nuestro sesgo ideológico u ontológico.

Comúnmente se ha disertado sobre el individuo, la sociedad y el Estado, con base a las grandes teorías políticas y construcciones ideológicas del pensamiento (los metarelatos). En primer término, existen los aportes de la filosofía política antigua, que son tomados magistralmente por Aristóteles, quien desarrolla una teoría política, expresada en su concepción naturalista acerca de los roles micro y macro de poder, bajo la lógica lineal y continuada del paso de la familia a la ciudad-Estado, lugar, en donde el hombre iba a ser autosuficiente y podría existir en lo que él llamaba la eudemonología.

En segundo lugar, se puede considerar que la filosofía de la ilustración (Siglo XVI-XVIII) rompió y revolucionó el pensamiento social, desde la construcción de una ciencia de la política o de lo político, a partir, del pensamiento de Nicolás Maquiavelo, hasta el desarrollo pleno del liberalismo político que se sustentó en los aportes brindados desde Hugo Grocio hasta Kant: En el campo de la política a través de la teoría de la separación de poderes (explicitada por Loche y Montesquieu), en el mundo jurídico por la afluencia del iusnaturalismo, en el ámbito económico por el ascenso de la burguesía comercial e industrial, y en lo religioso, por la reforma protestante impulsada por Lutero y Calvino. Este proceso en un inicio político y jurídico, pero posteriormente más de carácter económico, desarrolló toda una filosofía del individualismo y utilitarismo que sustenta la ontología actual de las corrientes económicas monetaristas o neoliberales. Para contextualizar esta filosofía libertaria y el carácter del derecho natural, se puede decir –tomando en cuenta a un gran pensador de esta etapa, Hobbes- que “las leyes de la naturaleza significaban en realidad un conjunto de normas con arreglo a las cuales un ser idealmente razonable buscaría su propia ventaja en el caso de tener conciencia plena de todas la circunstancias en que actuaba y de no estar en absoluto afectado por el impulso momentáneo ni por ninguna clase de prejuicios (…) las leyes naturales exponen condiciones hipotéticas con arreglo a las cuales permiten los rasgos fundamentales de los seres humanos que se funde un gobierno estable. No exponen valores, sino que determinan causal y racionalmente qué es aquello a lo que se puede dar valor en los sistemas morales y jurídicos” (el resaltado es propio).

Precisamente en el pensamiento hobbessiano es en donde se encuentra un sustento importante para la construcción de una ontología individualista, sus acepciones acerca de la naturaleza egoísta y competitiva del hombre, consolidada por las posiciones utilitaristas de Smith y Stuart Mill. Lo anterior se infiere, de lo expuesto por Hobbes en el Leviatán:

“De este modo señalo, en primer lugar, como inclinación general de la humanidad entera, un perpetuo e incesante afán de poder, que cesa solamente con la muerte. Y la causa de esto no siempre es que un hombre espera un placer más intenso del que ha alcanzado; o que no llegue a satisfacerse con un moderado poder, sino que no pueda asegurar su poderío y los fundamentos de su bienestar actual, sino adquiriendo otros nuevos ”(el resaltado es propio).

Otro de los metarelatos –que se consideran clásicos en el pensamiento político- es el elaborado por el Marxismo, pues en éste se plantea una crítica ideológica, política, económica, social, jurídica y de todo ámbito contra la sociedad capitalista, que se ajustaba al pensamiento burgués claramente consolidado a fines del siglo XVIII. La posición ontológica marxista, se deja entrever en sus planteamientos de una sociedad sin clases, la abolición de la propiedad y del Estado como instrumento de opresión social. En el Manifiesto Comunista se lee:
“Los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada (…) ¿es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado, para explotarlo a su vez. En su forma actual, la propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado (…) El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social. En consecuencia, si el capital es transformado en propiedad colectiva, perteneciente a todos los miembros de la sociedad, no es la propiedad personal la que se transforma en propiedad social. Esta perderá su carácter de clase. Por la libertad, en las condiciones actuales de la producción burguesa, se entiende la libertad de comercio, la libertad de comprar y vender (…). Os horrorizáis de qué queramos abolir la propiedad privada. Pero en vuestra sociedad actual la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad ” (el resaltado es propio).

En la actualidad, los grandes relatos han sido criticados por establecer un diseño único y atomizante de la sociedad, lo que va en desmedro de la diversidad y unidad, en la que debe discurrir la humanidad en los albores del Siglo XXI. Esto ha sido planteado por los filósofos post-modernistas y en otro sentido por los post-estructuralistas, que hacen una crítica a la modernidad. El estudio de estas dos escuelas del pensamiento se da dentro de lo que conocemos como “epistemología” de la filosofía de las ciencias.

Dentro de las ideas generales de la corriente post-modernista se pueden señalar:
i) Más que una corriente epistemológica es un movimiento social, que nace en lo estético y artístico.
ii) Plantea la negación del método y del conocimiento.
iii) Posmoderno no es igual a post estructuralismo, pero para algunos sí.
iv) Su posición es anti-metodológica, como lo plantea Lyotard. Para él la literatura y ciencias sociales son lo mismo.
v) No plantean el logro del conocimiento universal. Privilegian la “localidad”. A eso se llama “relativismo local”.
vi) Niegan la política, su conclusión lógica es la apolítica.

Así también se pueden indicar algunos caracteres del Post-estructuralismo:
i) Dentro de los precursores está Foucault. Él aplica como métodos la genealogía (aplicación de Nietzche a la filosofía de Foucault), y la arqueología (del saber, de lo sexual, etc.). El objetivo de los estudios de Foucault, es la “liberación de lo normal”. Él si tiene una tendencia a la política.
ii) Los post-estructuralistas no niegan el conocimiento.
iii) Su base sí es la política.

Según el filósofo centroamericano Carlos Rojas Osorio, en uno de sus artículos Foucault afirma “que tanto la arqueología como su genealogía no perseguían una crítica total de la razón”, pues no ve en el irracionalismo ninguna salida. Focault tampoco hace una crítica general a la razón, ni de las formas universales de racionalidad, sino que sostiene que la forma adecuada de resistir al poder es hacer la “historia de racionalidades específicas”, la psiquiátrica, la penal, la médica, la del Estado, etc., en las cuales ve complicidad entre racionalidad y poder –como el caso Nazi-; Foucault destaca lo indispensable de la razón pero también señala sus peligros .


2. Nociones Generales de la Sociología del Cuerpo.

Filósofos y sociólogos han debatido largamente el problema de la acción social y la voluntad individual en el contexto de la historia y la estructura social. De hecho, puede decirse que el problema de la libertad humana, la voluntad individual y la determinación social constituye una de las cuestiones centrales de la civilización occidental. Si observamos en la historia de la teología cristiana el entorno de acción se refiere al problema de la voluntad de Dios en relación a la acción humana.

El problema del ser en el mundo ha sido explicado básicamente desde el existencialismo, en especial, en la inspiración de Heidegger, Sartre o Alex Husley, pero hasta en ese momento no bajo una perspectiva sociológica del cuerpo. La ausencia de teoría relacionada con este campo obedece a la tradición cristiana occidental del cuerpo, bajo una metáfora persistente en las relaciones sociales: Fue el cuerpo humano quien “proveyó un lenguaje metafórico a la teología cristiana, la cual concebía a la Iglesia como el cuerpo de Cristo y consideraba a la comunidad religiosa como una fraternidad vinculada por la fe y la sangre (…) El cuerpo de Cristo, la sangre de la salvación, el agua del bautismo, el pan de la Comunión, el cuerpo quebrado del Salvador: estos han sido los símbolos constantes del pensamiento y la experiencia cristianos, que obran en oposición a la tradición sacerdotal de la abstracción teológica ”.

En la teoría social freudiana, las instituciones de la civilización son levantadas en contra de las poderosas energías del ello. Para Freud, los rituales y tabúes de la civilización eran un mal necesario, pues el orden social y la razón se asentaban en una cierta subordinación y sublimación del afecto y la emoción desnuda. Para él, los orígenes de la civilización estaban localizados en el complejo de Edipo, en donde el rechazo de la vinculación sexual entre parientes proveyó el fundamento esencial de la estabilidad política, a costa del contentamiento y la satisfacción individuales.

La dicotomía entre necesidad versus orden fue significativo también dentro de la obra de Durkheim, quien concebía la estabilidad de la sociedad moderna como un orden basado en el consenso normativo en contra del destructor capricho del deseo individual. El crecimiento de las expectativas en la sociedad moderna puso en obra una condición de anomia que negaba la posibilidad de la regularidad y la solidaridad social.

En la sociología de Weber, ésta presenta también el tema de la contradicción entre el hábito y el sentimiento, y por el otro, la lógica de hierro de la razón y la racionalidad. El análisis del ascetismo que hace Weber puede ser visto como una teoría de la racionalización del cuerpo, en donde la disciplina monástica se usa para sofocar la incesante demanda de impulso sexual. En la teoría crítica, podemos observar que el desarrollo de la moderna sociedad racional se encuentra también basado en la negación de las energías libidinosas, de manera que la ilustración se funda en la concentración del cuerpo y la subordinación de la emoción irracional. Estos temas de la racionalización versus el deseo formaron parte del proceso global de la civilización .

Es dable recordar que la sociología también significa literalmente la sabiduría de la coparticipación, y de ahí que la sociología se ocupe del análisis de la reciprocidad, el intercambio y la comunicación, en donde el medio del intercambio es tanto simbólico como material.

En este sentido, se deben anotar los aportes realizados por Feuerbach quien subrayó la importancia de la actividad práctica sensual en el examen de la esencia humana. Para Feuerbach, los seres humanos se apropian de la naturaleza al comerla, en consecuencia, el hombre es lo que come.

Esta noción de la acción sensual y práctica encarnada fue acogida por Marx, cuyo concepto de la praxis engloba la noción del trabajo sobre la naturaleza como actividad humana básica. Puesto que al ser los cuerpos parte de la naturaleza, el trabajo debe comprender el trabajo sobre nuestros cuerpos, los que son transformados de modo constante por las prácticas culturales y políticas. Del marxismo deriva la posición de que cualquier análisis del agente debe fundarse en la teoría de la corporación humana como el rasgo fundamental para toda noción materialista de la acción y práctica. Hay que recordar en esto, tres características básicas del pensamiento marxista desde una arista de la ontología social:

• El ser social determina la conciencia social. Como lo sostienen Amitai y Eva Etzioni, al referirse a este pensamiento marxista, “No es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, sino, por el contrario, su existencia social es la que determina su conciencia ”;
• El fin de la historia no radica en su interpretación sino en su transformación;
• Por último, una lógica de la contradicción antagónica, y en ocasiones no antagónicas, del ser en sociedad: “Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día, es una historia de lucha de clases ”.

Se puede concluir este apartado, afirmando que la sociología como una sociología del cuerpo, tiene tres tareas:

• El análisis de la corporificación social, lo que se puede contemplar en términos de encarnación, apoderamiento y ensimismamiento. La corporificación es subjetiva y poderosa, y la corporificación social tiene que ser conceptualizada en términos de un conjunto de dimensiones críticas;
• La sociología se interesa en el problema del intercambio y la reciprocidad dentro de los hábitos de la vida cotidiana. La confraternidad o “socius” depende de este progresivo intercambio constante e inmediato;
• Por encima del mundo de la reciprocidad, la sociología también se consagra a las instituciones del orden macro-social. En correspondencia con las necesidades humanas está el dominio económico de la producción y la concepción. Ligado al individuo está el mundo de la política, el cual es represivo pero a su vez habilitador. En correspondencia con el ensimismamiento está el mundo de la cultura y la ideología, el que institucionaliza el pensamiento y la comunicación por conducto de un sistema de signos y símbolos. La sociología intenta entender estas complejas relaciones entre el mundo macro-social de las instituciones que son reguladoras y el mundo cotidiano de la corporificación social a través de intercambios recíprocos.

La sociología del cuerpo es una parte importante para toda investigación social, pues la sociología busca comprender la confraternidad que surge de los intercambios progresivos y constantes entre los agentes encarnados que se esfuerzan por satisfacer sus necesidades y deseos dentro de lo cotidiano.

3. La Ontología Social en Marx y Nietzche

Un problema central que se plantea dentro de lo que se denomina ontología social es el referido a la pregunta ¿Qué es el cuerpo? En este apartado sobre el estudio de la corporeidad, nos centraremos en dos pensamientos diferentes pero afines en alguna manera de la ontología, a partir de Marx y Nietzche.

En Marx, la naturaleza humana es definida en términos del hecho de que los hombres, en su sentido genérico, trabajan de forma colectiva la naturaleza para satisfacer sus necesidades, y en el proceso ellos mismos se transforman en agentes sensibles, prácticos y conscientes. La naturaleza existe como una realidad independiente, pero el trabajo humano la modifica y se la apropia una y otra vez, con el resultado que la “naturaleza” se convierte también en un producto social. Marx evita una posición relativista al sugerir que lo universal a la especie humana es la necesidad de satisfacer sus necesidades por medio de la apropiación de la naturaleza y aquello que todos compartimos es el potencial transformativo de la praxis .

En el marxismo, el cuerpo es tanto el vehículo como el lugar del trabajo, existe, pero es transformado de modo constante por la acción humana.

La explicación del hombre en la naturaleza y la naturaleza en el hombre de Marx, no ha sido plenamente desarrollada en la exégesis marxista. Algunos aspectos de los escritos de Lukács, han sido incorporados a este enfoque marxista de la ontología social. Los ingredientes de esta ontología son insertos en la explicación de Marx de cómo los seres sociales transforman la naturaleza y se apropian de ella, por medio del proceso colectivo del trabajo. El hombre, en el sentido genérico, transforma la naturaleza, la cual es objeto y la condición de su existencia, a través del trabajo, el cual constituye una actividad conciente y práctica.

Estas reflexiones sobre el ser en la sociedad deben dar respuestas a los problemas sustanciales de la teoría social clásica: la relación entre el hombre con los animales y la naturaleza, y el salto ontológico entre la naturaleza y la sociedad. La respuesta de Marx a estas cuestiones es urdida alrededor de un análisis dialéctico de la relación entre la “naturalización del hombre” y la “humanización de la naturaleza”. Para Marx, la fluidez de la dicotomía naturaleza/ cultura está esculpida por el carácter histórico y social del trabajo .

Otro referente importante, en esta aproximación a lo que es la ontología social, es Nietzche, quien planteaba que en la búsqueda del conocimiento existe interés en las necesidades prácticas, lo que sabemos no existe independientemente del lenguaje, planteaba que el lenguaje es nuestra primera y última realidad. Puesto que el conocimiento es variable en virtud de la variable gramática del lenguaje, lo que existe es asimismo dependiente del lenguaje. Nuestro ser es producto de la clasificación; posición que está conectada con el inmaterialismo de Berkeley (existencia es percepción), y una doctrina que constituye la base del argumento de Foucault de que el cuerpo es producto del saber clasificatorio y el poder.

En Nietzche, nuestra existencia corpórea no procede a nuestros sistemas de conocimientos clasificatorios y, por consiguiente, el cuerpo es una construcción social. La idea que el cuerpo es un constructo tiene, de manera fundamental, profundas implicaciones para el debate actual en torno al género y la sexualidad, pero no es de modo necesario una conclusión pesimista, ya que aquello que ha sido construido puede ser a su vez, desconstruido.

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