martes, 11 de septiembre de 2007

Parte I

En la soledad…..

Hay días en que te sientes sólo, te dejan sólo, son los días del reencuentro contigo mismo, con tus sentimientos y aflicciones con la vida. Recuerdas lo bello que pudo haber sido tal o cual momento, con la mujer que amas o siempre has amado.

Son días de alimentación del espíritu, del encuentro con el porqué, el para qué, el por quién….

Nos asusta estar solos, pero a veces deseamos estarlo. En la soledad es cuando más amas a quienes te pertenecen, a tu amada, el corazón que late al unísono junto al tuyo. Nunca quieres que esa vibración constante termine, se quebrante, porque si llega a pasar, la soledad se hace melancólica. Cuando las cuerdas del reloj del amor se paren para ti, en ese momento comienza el sentimiento más ineludible, el sufrir, el querer más, el deseo más….

En la soledad puedes lograr que los corazones se ensanchen para obtener la pasión trascendental de la existencia, ante los laberintos de la vida, ante los recelos de la gente, ante lo opaco de la humanidad, ante las luces de las niñas de los niños.

En la soledad, te viene a la mente tu inocente niñez, tú ideal juvenil, tu arquitectura varonil, tu mensaje de amor, el placer de tu país.

Pienso en la soledad, para poder amar y querer a esta lejana humanidad, a esa indiferenciada humildad, ante ese amor con parquedad.

Ernesto Ruz (lecr)
Madrid, febrero de 2005

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